viernes, 3 de febrero de 2023

Eugenio Hermoso. La pintura extremeña en el s.XX. Periodos Nertóbriga y final (1957-1963) y (V)

 En esta quinta y última entrada vamos a comenzarla con  un paréntesis en la obra de nuestro  artista.

Un paréntesis que se empezó a abrir en 1945 mas o menos y cerraría en 1955 tras publicar sus memorias bajo el pseudónimo de Francisco Teodoro de Nertóbriga.

En este decenio ,al que llamaremos de Nertóbriga ,pintó una sugestiva serie de pequeños cuadros, concebida casi como un desahogo personal con los que quiso denunciar el poder de los críticos de arte y en los que lamentó la manera de concebirse la pintura moderna a la que ataco hasta que no pudo mas.

Asume en parte ,como una reminiscencia, las pinturas y grabados de Goya para su nueva obra en la que los personajes se vuelven satíricos y muchas veces grotescos, dentro de un estilo marcadamente expresionista.

El problema de esta obra que es paralela en el tiempo con la otra obra que hemos visto entre 1945 y 1956, esta muchas veces ,la mayoría está sin datar y muchas veces firmada por Francisco Teodoro de Nertóbriga,ó sin firmar .

Pinta cuadros tan bellos como estos dos desnudos 

La Muerte y un desnudo en la que veremos un grupo de personajes que rondan a una joven rubia desnuda, personificación de la Pintura ,que se encuentra en primer plano tapándose pudorosamente  e intentando protegerse del acoso que sufre por parte de un esqueleto que la acecha por la espalda y de una especie de serpiente verde que la mira fijamente preparándose para atacarla. 

Evidentemente se trata de una metáfora, pues la joven acosada  es la plasmación gráfica de lo que, a su juicio , está sufriendo la pintura en esos días.

 Él cree que con la proliferación de las ideas vanguardistas la Pintura va inexorablemente hacia la muerte, al menos la Pintura como se ha concebido hasta ese momento.

Abajo vemos un escorpión con la cabeza de Eugenio D´Ors, su gran enemigo y compañero en la Academia


En el siguiente cuadro Prisión y muerte de la Pintura, la joven rubia que la representa aparece tumbada en el suelo como si estuviera muerta. Junto a ella se encuentra un hombre que recuerda, en la forma en que está pintado, al Coloso de Goya. 
Ese ser corresponde por su rostro a la personificación de nuevo de  Eugenio D'Ors.
 Sostiene en sus manos hojas de periódicos, el “arma más mortífera” del filósofo según Hermoso. Mira a la figura yacente de la joven apoyado sobre su rodilla sin el menor atisbo de compasión. Parece simplemente estar esperando el desenlace fatal. Tiene garras en lugar de pies y por la espalda parecen salirle como dos cabezas más. Éste último detalle es difícil de interpretar. 


Se autorretrata en este cuadro titulado  Yo me callo/ el entierro de la pintura. 
En el aparece representado con una capa negra sobre los hombros,- símbolo de la inmortalidad pero también de la españolidad- traje de chaqueta y una pajarita con dos tibias y una calavera. Va elegante porque acude al entierro de la Pintura . La verdad es que el tiempo no le dio la razón. La Pintura no murió ni pudo ser enterrada.


Lo que sí es cierto es que hubo un punto de inflexión tras el que nada volvió a ser lo mismo, ni la definición de lo que es arte, ni los géneros artísticos, ni la idea de belleza, ni la composición de la escena cultural en sí misma. 

Su postura contra los críticos es absolutamente negativa los pinta de todas las maneras acidas posibles y sus puyas ,en forma de cuadros,  hacia ellos son  realmente mordaces.

A Hermoso le dolía enormemente ver cómo tanto él y su pintura como las instituciones a las que él pertenecía, como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, eran tratadas con extrema dureza por el sector más importante de la prensa especializada. 
 Puede que por ello imaginase pequeñas venganzas en las que, como en este cuadro titulado “Danzadores”, es él quien marca el ritmo a los que tanto se ensañan con su mundo. 


La pieza está inspirada en los Danzadores de la Virgen de la Salud, que el 8 de Septiembre de cada año bailan a dicha Virgen por las calles de Fregenal. Hermoso pinta aquí a un grupo de danzadores muy peculiar, porque entre ellos se encuentran Eugenio D'Ors (tercero en la fila de la derecha) y José Camón Aznar (primero a la izquierda). 
Tras la figura de este último se puede ver al tamborilero que no es otro que el propio pintor, que hace bailar a los críticos al son que él toque.
 Los sombreros  nada tienen que ver con los que se utilizan en esta danza, haciendo que sobre las cabezas de los danzadores luzcan calabazas, tomates, plumas, molinillos de viento e incluso sandías.
En este cuadro titulado Fuerza Internacional   enumera los, a su juicio, vicios de un sector de la crítica defensora del arte de vanguardia más próximo a las tendencias que estaban en auge en el resto de Europa y Estados Unidos 
Los llama afeminados(Hombre pintándose los labios) vagos ,aduladores y borrachos en el cuadro

 
Nuestro artista nunca entendió el papel de los marchantes y los críticos en el nuevo mundo del arte moderno puede que por ello en obras como la que vemos ahora, Cogiendo las Uvas ,cargue  de nuevo contra la figura de los críticos en general a quienes representa vestidos de payasos y saltimbanquis sobre los hombros de los sufridos artistas.
 Del mismo modo opina sobre los marchantes, a los que tilda de especuladores que juegan con el trabajo de los demás.
 


Un nuevo dardo lanzado hacia la figura de los críticos lo encontramos en el cuadro titulado Talento. Un título más que irónico, debido a su acusación de que los críticos de arte eran artistas frustrados con pocas capacidades que se dedicaban a escribir sobre el trabajo de los demás ante la imposibilidad de ganarse la vida con el propio.  .  
El protagonista de la pintura, un critico aparece con cascabeles ,un pavo en la cabeza y un besugo saliendo del bolsillo .
Vosotros mismos podéis asi interpretar su pensamiento respecto a ellos


En esta otra obra titulada Charlatán crea una escena parecida a la anterior en tanto que encontramos a un personaje principal en el centro de una plaza y rodeado de gente que le escucha mientras ofrece un discurso. Hay que mencionar otros dos elementos de su atuendo que son muy importantes.



 Por un lado tenemos la boina roja y por otro el fajín morado. Con ellos quizá esté haciendo alusión al apoyo que tienen las teorías que supuestamente esgrime este charlatán por las autoridades tanto civiles como religiosas. La boina puede hacer referencia al elemento carlista, muy utilizado por los cargos públicos en actos en los primeros años de la dictadura, entre ellos Eugenio D'Ors. El fajín alude a la presencia que tenían algunas autoridades eclesiásticas en actos como los Salones de los Once.

Este nuevo cuadro titulado el Filósofo leñador  es el fruto de la mala relación existente entre nuestro artista y Eugenio d' Ors tras la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1943 (a la que Hermoso envió el cuadro Santa Eulalia y San Francisco) en la que le llovieron  críticas negativas, y algunas de las más duras vinieron precisamente del crítico catalán.
En el nos presenta a D'Ors convertido en leñador junto a un burro cargado de leña y en actitud pensativa.



 Es obvio que cuando pinta este cuadro, Hermoso se considera ya a sí mismo un “árbol caído”, y como tal se aplica el refrán popular de “hacer leña del árbol caído”. De esto es de lo que acusa al crítico, de ensañarse con los que como él quieren seguir por el mismo camino establecido desde hace siglos, conservando la línea y el discurso en el arte sin grandes cambios.  Hermoso se ha dado cuenta que los cambios, a pesar de que él no los comparta, son inexorables, pero no deja de denunciar que ese arte al que considera bárbaro está soportado por las teorías de “sabios” que a su juicio no tienen mayor criterio que un rudo leñador.

En este otro cuadro  nos presenta a su "amigo" D' Ors como máximo exponente del poder que acumulaba la crítica. En esta pieza titulada Honoris Causa el personaje representado tiene un atuendo ceremonial, propio de una investidura académica. Si se trata de Eugenio D'Ors puede que haga referencia al nombramiento como Doctor Honoris Causa que le hizo la Universidad de Coimbra en 1938, o al mismo reconocimiento que recibió por la Universidad de Aix En Provence en 1941.


 A este título había que sumarle el de Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, Secretario Perpétuo del Instituto de España (unión de todas las Academias), Jefe Nacional de Bellas Artes, Miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con semejante currículum,se pregunta ¿cómo es posible hacer tanto daño al arte?

En esta otra obra titulada Academia Breve, Hermoso nos presenta a un Eugenio D'Ors convertido en pavo real. Está situado en el centro de la imagen y tiene delante de sí un pozo oscuro que conduce hasta el más profundo de los infiernos (desastre total al que abocaban sus teorías según Hermoso).



Desde esa posición imparte cátedra ante una serie de criaturas fantásticas que le escuchan ensimismadas: Un fauno o sátiro, una serpiente, una harpía, Eolo, un macho cabrío y un cerdo. Esa es la calificación que merecen para el pintor los participantes y asistentes de los actos convocados por la Academia Breve de Crítica de Arte creada por D'Ors, como posteriormente lo sería también el Salón de los Once.
 
En este otro cuadro titulado  Incendiarios de las Artes , nuestro amigo recrea una escena en la que una turba descontrolada parece saquear un templo, aunque en este caso no un templo religioso sino el “templo del arte”. 


Terrible carga contra los críticos es esta obra 
títulada Sección de los Percebes o Infierno. En ella aparece en primer plano lo que parece ser una representación de la mitológica Hidra de Lerna. Ésta era un monstruo acuático con múltiples cabezas que custodiaba una puerta al inframundo que existía bajo el mar. Lo curioso es que, en este caso, las cabezas del animal son cabezas de algunos de los personajes más conocidos de la crítica de arte en España.


 
Por un lado, como cabeza prominente que ocupa el lugar central de la imagen tenemos nuevamente a Eugenio D'Ors que surge del agua con una expresión amenazante; a su izquierda otra cabeza que probablemente corresponde a Francisco Cossío; enfrentada a éste en el margen derecho, la que puede pertenecer a Santos Torroella y, en el ángulo inferior derecho, otra que por la morfología podría ser la de Valle Inclán.

La pieza titulada “Las Saetas del Vicio” es en realidad una visión personal del tema tratado por Hans Baldung Grien en cuadros como “Las Tres Edades y la Muerte” (1541-1544) que se encuentra en el Museo del Prado.


como gran conocedor de la pinacoteca madrileña, Hermoso habría contemplado numerosas veces la pintura de Baldung Grien, pero a la hora de componer su pieza decide añadir otros elementos que apuntan en la crítica hacia un sector de la sociedad específico, las mujeres que componían los estamentos sociales más elevados. Éstas eran o habían sido frecuentemente retratadas por los pintores de sociedad, y como tal suponían una fuente de trabajo para los artistas ,pero que en manera alguna estaban interesadas  por las manifestaciones artísticas. Es el rechazo a una forma de entender la vida que considera vanamente superficial



En este  otro titulado Sátira aparecen dos personajes que podrían haber sido sacados de un cuadro típico  Gutiérrez Solana. Uno de ellos sonríe maliciosamente mientras sostiene un puro con la mano en la que luce una gran sortija. Va trajeado y bien vestido y probablemente es una personificación de las clases dominantes. Parece cuchichear en aparente complicidad con el otro. Éste segundo viste una gabardina gris, totalmente impersonal, y tiene una cara grotesca y monstruosa. Este personaje, un sicario, sostiene con  mano izquierda la pierna de una mujer a la que supuestamente está violando. 


Con esta metáfora nuestro artista  atribuye a la crítica el papel de marioneta de otros poderes económicos más potentes que son los que realmente marcan los objetivos y toman las decisiones. 

Otra de las obras francamente jugosas de las que conforman la serie que estamos tratando es la llamada Tribunal. En ella vemos una especie de sala de audiencias en la que tres personajes que parecen magistrados, se encuentran sentados mientras escuchan a un cuarto que parece leer un veredicto o sentencia. La obra vuelve a tener ciertas reminiscencias del mundo de Solana y en algunas de las caras de los magistrados encontramos deudas más que evidentes con James Ensor

 
Aludiendo, en este cuadro a los tres monos que no ven ,ni oyen ni dicen nada del mal en este cuadro Hermoso puede estar criticando a aquellos que se rinden ante el sistema.  
Recordemos que cuando Hermoso hace esta obra lleva algunos años sin conseguir premios ni reconocimientos y acumulando malas experiencias en votaciones y jurados. Muy probablemente sea una alusión directa a la connivencia entre los poderes del Estado . El respaldo de las autoridades del régimen a los artistas conservadores duró pocos años, y esto Hermoso no lo perdonará nunca, siempre se sentirá defraudado.

La obra que lleva por título El Pintor y la Duquesa es una crítica ácida hacia los conocidos como “retratistas de sociedad”. En ella vemos a un pintor  pintando a una señora que debe pertenecer a la burguesía, los llamados nuevos ricos.  La señora está vestida con un igualmente lujoso traje de gasas arremangado por las rodillas, de tal modo que deja al aire sus piernas entreabiertas en una postura para nada elegante. Su rostro es un tanto vulgar, está gorda y su actitud posando dista mucho de ser una actitud acorde con lo que se podría esperar de su posición social. Sin embargo, si nos fijamos en el retrato que está pintando podemos ver cómo el pintor se toma abundantes licencias con la clara intención de disimular los defectos y dotar de una distinción que no tiene la retratada. 


Evidentemente no tiene mucho que ver el modelo con la pintura, pero de esta forma el pintor de sociedad se asegura el beneplácito de la señora que se mostrará encantada de verse de esa guisa. Con este pequeño cuadro Hermoso critica a los compañeros que se dedican a hacer retratos a la gente de la alta sociedad y que para satisfacerles, lograr nuevos encargos y acrecentar su fama no dudan en distorsionar a sus modelos con tal de complacerlos. 
Por último no queremos dejar pasar por alto una obra que realiza para denunciar algo que él sufrió numerosas veces en su larga trayectoria artística, las falsificaciones. Se trata de la llamada Colaboración. En ella podemos ver a un joven pintor que está trabajando sobre un lienzo en un caballete. Ese joven está asistido por un anciano que, se supone, le está corrigiendo puesto que hace el gesto de colocarse las gafas para ver la pintura con más detalle.


La obra que está pintando se parece sospechosamente a los cuadros de Hermoso que tanto éxito comercial cosecharon entre cierto público. Un detalle clarificador es el hecho de que bajo el caballete se encuentre una lámina en la que aparece la misma imagen que está copiando.

De un asunto muy distinto es la obra titulada Olimpo Ibérico. Esta es una pieza de tamaño bastante mayor que las que componen la serie Nertóbriga y, a la hora de hacerla, Hermoso opta por un cromatismo y una terminación ostensiblemente más cuidados. Sin embargo, este cuadro continúa en su casa de Fregenal y no ha gozado de gran difusión, puesto que no aparece reproducido en su autobiografía y tampoco está recogido en otras publicaciones sobre él. Por este motivo creemos que aunque el nivel de acabado sea superior al de otros cuadros de la serie, el carácter de “pintura íntima” no varía, y está hecho para sí mismo y para su disfrute personal. En esta pieza podemos ver una composición dividida en dos plano



 En la primera tenemos una evocación de los llamados “rompimientos de gloria” tan frecuentes en obras de carácter religioso para representar el cielo cristiano, pero también empleadas en las obras que hacen referencia al Olimpo de la mitología clásica.
La diferencia estriba en que éste no es un cuadro de temática religiosa, ni tampoco de mitología griega o romana. Por este motivo, lo que tenemos en el centro de este espacio divinizado no es la figura de Dios ni la de Zeus sino la de un torero. Este torero, que se encuentra en el centro del espacio dedicado al Olimpo taurino, está en pie mientras que, creando una composición triangular y haciendo referencia clara a la Santísima Trinidad, tenemos a otros dos maestros pero esta vez sentados. 
  Si nos centramos en la mitad inferior, la que representa el mundo de los mortales, probablemente nos habla del tipo de personas para las que las figuras del toreo son algo así como dioses, entre ellas nuestro rey felón, el miserable de Fernando VII.
Otra obra de esa época es esta bella pintura sobre carton,   La Fortuna y sus preferidos 


Esta otra obra titulada Caído en Desgracia nos presenta a un artista anciano, en el final de su vida, desnudo y recostado, dejado a su suerte. La desnudez del personaje -que es el propio pintor por lo que hablamos de un nuevo autorretrato- se debe a la representación del concepto de igualdad ante la muerte.


 En estos años se siente ninguneado por la sociedad y desprestigiado por muchos compañeros de profesión, por no hablar de la opinión que han vertido sobre él algunos críticos. Ese es el martirio que él vive por mantenerse firme en su “fe”, como los Santos de la historia de la Iglesia.
Otros cuadros de este periodo son estos 

Socorro Marte ,que vienen los sabios


 Buscando  lo que no se es



Escarabajo pelotero 


La Gloria y sus elegidos


Retrato grotesco


El pez gordo se come al chico 



Matrimonio a la moda


Hermoso animal sostenido por la mujer


Bodegón burlesco .Mis colindantes


Bodegón burlesco .Catadura


Bodegón burlesco III


Autorretrato con arco iris


Todos encierran críticas feroces contra la sociedad de su tiempo, que requerían mucho tiempo su explicación.
Cerramos con ese cuadro, el paréntesis abierto para ver su obra intima y personalísima y volvemos a la obra que realizaba habitualmente.

En los últimos años de su vida continua pintando ahora ya casi lo que le da la real gana una vez asumido por él ,que en la sociedad madrileña sus retratos no son aceptados pese a realizar algunos estupendos como este de su amigo el pintor Antonio Corvasi Gonzalez


Hacia 1958 pinta algunas obras religiosas que vimos en la entrada anterior  y otras como estas
Retrato de Pepita la de San Basilio


Muchacha con macho cabrío


Mujer joven con cedazo


La niña ,conocida como la peseta de joven, con plato dorado, cuadro mostrado en la Casa Museo de Fregenal


Joven aldeana con abanico


y este gran cuadro que se encuentra hoy en una colección privada titulado La clínica del Doctor Jimenez Diaz, donde se autorretrata en medio de una operación


Entre 1959 y 1960 pinta cuadros como estos 

Estas son mis duquesas


La niña de la sandía


Otro Retrato de Pepita de San Basilio


Retrato de niña


Los tres diablillos


.......  las hijas de Elena


Mujer con mantilla


En 1961 pinta estos dos bellos cuadros un retrato ,un poco de compromiso, de la niña María del Carmen Pérez de la Hiz


Niña con rama de encina, último cuadro que acabó y firmó nuestro artista


Y finalmente en 1962 realiza sus dos últimos trabajos ,ambos inacabados 

Este primero ,La hoja de acanto


y este otro ,precioso ,posiblemente su último trabajo, La Novia del Guadiana



Eugenio Hermoso murió en Madrid el 2 de febrero de 1963, siendo enterrado posteriormente en Fregenal de la Sierra.
Tras su fallecimiento, su hija Rosario Hermoso custodió sus obras más personales y al fallecer esta, dispuso en su testamento la creación de una Fundación con el fin de abrir al público en Fregenal de la Sierra (Badajoz) una Casa Museo de nuestro artista que merece la pena ir ver.
Que lo disfrutéis amigos .
Un cordial saludo.


Postdata:
Toda la interpretación del periodo de Nertóbriga hubiera sido imposible sin leer y ni copiar parcialmente la magnifica tesis doctoral sobre nuestro artista realizada por Rodrigo Vargas Nogales


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