Sostiene en sus manos hojas de
periódicos, el “arma más mortífera” del filósofo según Hermoso. Mira a la figura
yacente de la joven apoyado sobre su rodilla sin el menor atisbo de compasión. Parece
simplemente estar esperando el desenlace fatal. Tiene garras en lugar de pies y por la
espalda parecen salirle como dos cabezas más. Éste último detalle es difícil de
interpretar.
Se autorretrata en este cuadro titulado Yo me callo/ el entierro de la pintura. En el aparece representado con una capa negra sobre los
hombros,- símbolo de la inmortalidad pero también de la españolidad- traje de chaqueta
y una pajarita con dos tibias y una calavera. Va elegante porque acude al entierro de la Pintura . La verdad es que el tiempo no le dio la razón. La Pintura no murió ni pudo ser enterrada.
Lo que sí es cierto es que hubo un punto de inflexión tras el
que nada volvió a ser lo mismo, ni la definición de lo que es arte, ni los géneros
artísticos, ni la idea de belleza, ni la composición de la escena cultural en sí misma.
Su postura contra los críticos es absolutamente negativa los pinta de todas las maneras acidas posibles y sus puyas ,en forma de cuadros, hacia ellos son realmente mordaces.
A Hermoso le dolía
enormemente ver cómo tanto él y su
pintura como las instituciones a las que él pertenecía,
como la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, eran tratadas con
extrema dureza por el sector más
importante de la prensa especializada.
Puede que por ello imaginase pequeñas
venganzas en las que, como en este cuadro titulado “Danzadores”, es él quien marca el
ritmo a los que tanto se ensañan con su
mundo.
La pieza está inspirada en los
Danzadores de la Virgen de la Salud,
que el 8 de Septiembre de cada año
bailan a dicha Virgen por las calles de
Fregenal. Hermoso pinta aquí a un
grupo de danzadores muy peculiar,
porque entre ellos se encuentran Eugenio D'Ors (tercero en la fila de la derecha) y José Camón Aznar (primero a la izquierda). Tras la figura de este último se puede ver al
tamborilero que no es otro que el propio pintor, que hace bailar a los críticos al son que
él toque.
Los sombreros nada tienen que ver con los que se utilizan en esta danza, haciendo que sobre las
cabezas de los danzadores luzcan calabazas, tomates, plumas, molinillos de viento e
incluso sandías.
En este cuadro titulado Fuerza Internacional enumera los, a su juicio, vicios de un sector de la crítica defensora del arte de vanguardia más
próximo a las tendencias que estaban en auge en el resto de Europa y Estados Unidos
Los llama afeminados(Hombre pintándose los labios) vagos ,aduladores y borrachos en el cuadro
Nuestro artista nunca entendió el papel de los marchantes y los críticos en el nuevo mundo del arte moderno puede que por ello en obras como la que vemos ahora, Cogiendo las Uvas ,cargue de nuevo contra la figura de
los críticos en general a quienes representa vestidos
de payasos y saltimbanquis sobre los hombros de los sufridos artistas.
Del mismo
modo opina sobre los marchantes, a los que tilda de especuladores que juegan con el
trabajo de los demás.
Un nuevo dardo lanzado hacia la figura de los críticos lo encontramos en el cuadro titulado Talento. Un título
más que irónico, debido a su acusación de que
los críticos de arte eran artistas frustrados con
pocas capacidades que se dedicaban a escribir
sobre el trabajo de los demás ante la
imposibilidad de ganarse la vida con el propio. .
El protagonista de la pintura, un critico aparece con cascabeles ,un pavo en la cabeza y un besugo saliendo del bolsillo .
Vosotros mismos podéis asi interpretar su pensamiento respecto a ellos
En esta otra obra titulada Charlatán crea una escena parecida a la
anterior en tanto que encontramos a un personaje principal en el centro de una plaza y
rodeado de gente que le escucha mientras ofrece un discurso. Hay que mencionar otros
dos elementos de su atuendo que son muy importantes.
Por un lado tenemos la boina
roja y por otro el fajín morado. Con ellos quizá esté haciendo alusión al apoyo que
tienen las teorías que supuestamente esgrime este charlatán por las autoridades tanto
civiles como religiosas. La boina puede hacer referencia al elemento carlista, muy
utilizado por los cargos públicos en actos en los primeros años de la dictadura, entre
ellos Eugenio D'Ors. El fajín alude a la presencia que tenían algunas autoridades
eclesiásticas en actos como los Salones de los Once.
Este nuevo cuadro titulado el Filósofo leñador es el fruto de la mala relación existente entre nuestro artista y Eugenio d' Ors tras la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1943 (a la que Hermoso envió el
cuadro Santa Eulalia y San Francisco) en la que le llovieron críticas negativas, y algunas de
las más duras vinieron precisamente del crítico catalán. En el nos presenta a
D'Ors convertido en leñador junto a un
burro cargado de leña y en actitud
pensativa.
Es obvio que cuando pinta este
cuadro, Hermoso se considera ya a sí
mismo un “árbol caído”, y como tal se
aplica el refrán popular de “hacer leña
del árbol caído”. De esto es de lo que
acusa al crítico, de ensañarse con los
que como él quieren seguir por el mismo
camino establecido desde hace siglos, conservando la línea y el discurso en el arte sin
grandes cambios. Hermoso se ha dado cuenta que los cambios, a pesar de que él no los
comparta, son inexorables, pero no deja de denunciar que ese arte al que considera
bárbaro está soportado por las teorías de “sabios” que a su juicio no tienen mayor
criterio que un rudo leñador.
En este otro cuadro nos presenta a su "amigo" D' Ors como máximo exponente del poder que acumulaba la crítica. En esta pieza titulada Honoris Causa el
personaje representado tiene un atuendo ceremonial, propio de una investidura
académica. Si se trata de Eugenio D'Ors puede que haga referencia al nombramiento
como Doctor Honoris Causa que le hizo la Universidad de Coimbra en 1938, o al
mismo reconocimiento que recibió por la Universidad de Aix En Provence en 1941. A
este título había que sumarle el de Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona,
Secretario Perpétuo del Instituto de España (unión de todas las Academias), Jefe
Nacional de Bellas Artes, Miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
Con semejante currículum,se pregunta ¿cómo
es posible hacer tanto daño al arte?
En esta otra obra titulada Academia Breve, Hermoso nos presenta a un Eugenio D'Ors
convertido en pavo real. Está situado en el centro de la imagen y tiene delante de sí
un pozo oscuro que conduce hasta el más profundo de los infiernos (desastre total al que
abocaban sus teorías según Hermoso).
Desde esa posición imparte cátedra ante una serie
de criaturas fantásticas que le escuchan ensimismadas: Un fauno o sátiro, una serpiente,
una harpía, Eolo, un macho cabrío y un cerdo. Esa es la calificación que merecen para el
pintor los participantes y asistentes de los actos convocados por la Academia Breve de Crítica de Arte creada por D'Ors, como posteriormente lo sería también el Salón de
los Once.
En este otro cuadro titulado Incendiarios de las Artes , nuestro amigo recrea una
escena en la que una turba descontrolada parece saquear un templo, aunque en este caso
no un templo religioso sino el “templo del arte”.
Terrible carga contra los críticos es esta obra
títulada Sección de los Percebes o Infierno. En ella aparece en primer plano lo que
parece ser una representación de la mitológica Hidra de Lerna. Ésta era un monstruo
acuático con múltiples cabezas que custodiaba una puerta al inframundo que existía bajo
el mar. Lo curioso es que, en este caso, las cabezas del animal son cabezas de algunos
de los personajes más conocidos
de la crítica de arte en España.
Por un lado, como cabeza
prominente que ocupa el lugar
central de la imagen tenemos
nuevamente a Eugenio D'Ors que
surge del agua con una expresión
amenazante; a su izquierda otra
cabeza que probablemente
corresponde a Francisco Cossío;
enfrentada a éste en el margen
derecho, la que puede pertenecer
a Santos Torroella y, en el ángulo
inferior derecho, otra que por la
morfología podría ser la de Valle Inclán.
La pieza titulada “Las Saetas del Vicio” es en realidad una visión personal del
tema tratado por Hans Baldung Grien en cuadros como “Las Tres Edades y la Muerte”
(1541-1544) que se encuentra en el Museo del Prado.
como gran conocedor de la
pinacoteca madrileña, Hermoso habría contemplado numerosas veces la pintura de
Baldung Grien, pero a la hora de componer su pieza decide añadir otros elementos que
apuntan en la crítica hacia un sector de la sociedad específico, las mujeres que
componían los estamentos sociales más elevados. Éstas eran o habían sido
frecuentemente retratadas por los pintores de sociedad, y como tal suponían una fuente
de trabajo para los artistas ,pero que en manera alguna estaban
interesadas por las manifestaciones
artísticas. Es el rechazo a
una forma de entender la
vida que considera vanamente superficial
En este otro titulado Sátira aparecen dos personajes que podrían haber sido sacados de un cuadro típico Gutiérrez Solana.
Uno de ellos sonríe maliciosamente mientras sostiene un puro con la mano en la que
luce una gran sortija. Va trajeado y bien vestido y probablemente es una personificación
de las clases dominantes. Parece cuchichear en aparente complicidad con el otro. Éste
segundo viste una gabardina gris, totalmente impersonal, y tiene una cara grotesca y
monstruosa. Este personaje, un sicario, sostiene con mano izquierda la pierna de una mujer a la que supuestamente está violando.
Con esta
metáfora nuestro artista atribuye a la crítica el papel de marioneta de otros poderes
económicos más potentes que son los que realmente marcan los objetivos y toman las
decisiones.
Otra de las
obras francamente
jugosas de las que
conforman la serie
que estamos tratando
es la llamada
Tribunal. En ella
vemos una especie de
sala de audiencias en
la que tres personajes
que parecen magistrados, se encuentran sentados mientras escuchan a un cuarto que
parece leer un veredicto o sentencia. La obra vuelve a tener ciertas reminiscencias del
mundo de Solana y en algunas de las caras de los magistrados encontramos deudas más
que evidentes con James Ensor.
Aludiendo, en este cuadro a los tres monos que no ven ,ni oyen ni dicen nada del mal en este
cuadro Hermoso puede estar criticando a aquellos que se rinden ante el sistema.
Recordemos que cuando Hermoso
hace esta obra lleva algunos años sin conseguir premios ni reconocimientos y
acumulando malas experiencias en votaciones y jurados. Muy probablemente sea una alusión directa a la connivencia entre los poderes del
Estado . El respaldo de las autoridades del
régimen a los artistas conservadores duró pocos años, y esto Hermoso no lo perdonará
nunca, siempre se sentirá defraudado.
La obra que lleva por título El Pintor y la Duquesa es una crítica ácida hacia los
conocidos como “retratistas de sociedad”.
En ella vemos a un pintor pintando a una señora que debe pertenecer a la burguesía, los llamados
nuevos ricos. La señora está vestida con un igualmente lujoso traje de gasas arremangado por
las rodillas, de tal modo que deja al aire sus piernas entreabiertas en una postura para
nada elegante. Su rostro es un tanto vulgar, está gorda y su actitud posando dista mucho
de ser una actitud acorde con lo que se podría esperar de su posición social.
Sin embargo, si nos fijamos en el
retrato que está pintando podemos ver cómo
el pintor se toma abundantes licencias con la
clara intención de disimular los defectos y
dotar de una distinción que no tiene la
retratada.
Evidentemente no tiene mucho que
ver el modelo con la pintura, pero de esta
forma el pintor de sociedad se asegura el
beneplácito de la señora que se mostrará
encantada de verse de esa guisa.
Con este pequeño cuadro Hermoso
critica a los compañeros que se dedican a
hacer retratos a la gente de la alta sociedad y
que para satisfacerles, lograr nuevos
encargos y acrecentar su fama no dudan en
distorsionar a sus modelos con tal de complacerlos. Por último no queremos dejar
pasar por alto una obra que realiza para
denunciar algo que él sufrió numerosas
veces en su larga trayectoria artística, las
falsificaciones. Se trata de la llamada
Colaboración.
En ella podemos ver a un joven
pintor que está trabajando sobre un lienzo
en un caballete. Ese joven está asistido
por un anciano que, se supone, le está
corrigiendo puesto que hace el gesto de
colocarse las gafas para ver la pintura con
más detalle.
La obra que está pintando se
parece sospechosamente a los cuadros de
Hermoso que tanto éxito comercial
cosecharon entre cierto público. Un detalle clarificador es el hecho de que bajo el
caballete se encuentre una lámina en la que aparece la misma imagen que está
copiando.
De un asunto muy distinto es la obra titulada Olimpo Ibérico. Esta es una pieza
de tamaño bastante mayor que las que componen la serie Nertóbriga y, a la hora de
hacerla, Hermoso opta por un cromatismo y una terminación ostensiblemente más
cuidados. Sin embargo, este cuadro continúa en su casa de Fregenal y no ha gozado de
gran difusión, puesto que no aparece reproducido en su autobiografía y tampoco está
recogido en otras publicaciones sobre él. Por este motivo creemos que aunque el nivel
de acabado sea superior al de otros cuadros de la serie, el carácter de “pintura íntima”
no varía, y está hecho para sí mismo y para su disfrute personal.
En esta pieza podemos ver una composición dividida en dos plano
En la primera tenemos una evocación de los llamados “rompimientos de gloria”
tan frecuentes en obras de carácter religioso para representar el cielo cristiano, pero
también empleadas en las obras que hacen referencia al Olimpo de la mitología clásica.
La diferencia estriba en que éste no es un cuadro de temática religiosa, ni
tampoco de mitología griega o romana. Por este motivo, lo que tenemos en el centro de
este espacio divinizado no es la figura de Dios ni la de Zeus sino la de un torero. Este
torero, que se encuentra en el centro del espacio dedicado al Olimpo taurino, está en pie
mientras que, creando una composición triangular y haciendo referencia clara a la
Santísima Trinidad, tenemos a otros dos maestros pero esta vez sentados.
Si nos centramos en la mitad inferior, la que representa el mundo de los
mortales, probablemente nos habla del tipo de personas para las que
las figuras del toreo son algo así como dioses, entre ellas nuestro rey felón, el miserable de Fernando VII.
Otra obra de esa época es esta bella pintura sobre carton, La Fortuna y sus preferidos
Esta otra obra titulada
Caído en Desgracia nos
presenta a un artista
anciano, en el final de su
vida, desnudo y
recostado, dejado a su suerte. La desnudez del personaje -que es el propio pintor por lo
que hablamos de un nuevo autorretrato- se debe a la representación del concepto de
igualdad ante la muerte.
En estos años se siente ninguneado por la sociedad y desprestigiado por muchos
compañeros de profesión, por no hablar de la opinión que han vertido sobre él algunos
críticos. Ese es el martirio que él vive por mantenerse firme en su “fe”, como los Santos
de la historia de la Iglesia.
Otros cuadros de este periodo son estos
Socorro Marte ,que vienen los sabios
Retrato grotesco
El pez gordo se come al chico
Matrimonio a la moda
Hermoso animal sostenido por la mujer
Bodegón burlesco .Mis colindantes
Bodegón burlesco .Catadura
Autorretrato con arco iris
Todos encierran críticas feroces contra la sociedad de su tiempo, que requerían mucho tiempo su explicación.Cerramos con ese cuadro, el paréntesis abierto para ver su obra intima y personalísima y volvemos a la obra que realizaba habitualmente.
En los últimos años de su vida continua pintando ahora ya casi lo que le da la real gana una vez asumido por él ,que en la sociedad madrileña sus retratos no son aceptados pese a realizar algunos estupendos como este de su amigo el pintor Antonio Corvasi Gonzalez
Hacia 1958 pinta algunas obras religiosas que vimos en la entrada anterior y otras como estasRetrato de Pepita la de San Basilio
Muchacha con macho cabríoLa niña ,conocida como la peseta de joven, con plato dorado, cuadro mostrado en la Casa Museo de Fregenal
Joven aldeana con abanico
y este gran cuadro que se encuentra hoy en una colección privada titulado La clínica del Doctor Jimenez Diaz, donde se autorretrata en medio de una operación
Entre 1959 y 1960 pinta cuadros como estos
Estas son mis duquesas
La niña de la sandía
Otro Retrato de Pepita de San Basilio
Retrato de niña
Los tres diablillos
....... las hijas de Elena
Mujer con mantilla
En 1961 pinta estos dos bellos cuadros un retrato ,un poco de compromiso, de la niña María del Carmen Pérez de la Hiz
Niña con rama de encina, último cuadro que acabó y firmó nuestro artista
Y finalmente en 1962 realiza sus dos últimos trabajos ,ambos inacabados
Este primero ,La hoja de acanto
y este otro ,precioso ,posiblemente su último trabajo, La Novia del Guadiana
Eugenio Hermoso murió en Madrid el 2 de febrero de 1963, siendo enterrado posteriormente en Fregenal de la Sierra.
Tras su fallecimiento, su hija Rosario Hermoso custodió sus obras más personales y al fallecer esta, dispuso en su testamento la creación de una Fundación con el fin de abrir al público en Fregenal de la Sierra (Badajoz) una Casa Museo de nuestro artista que merece la pena ir ver.
Que lo disfrutéis amigos .
Un cordial saludo.
Postdata:
Toda la interpretación del periodo de Nertóbriga hubiera sido imposible sin leer y ni copiar parcialmente la magnifica tesis doctoral sobre nuestro artista realizada por Rodrigo Vargas Nogales
Vinculado con :
No hay comentarios:
Publicar un comentario